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Mayra Chávez
viernes, 22 abril 2022 | 22:16Ciudad Juárez.- Que dolor tan grande genera la impunidad. Son muchos los males que dañan a nuestra sociedad, pero sin duda uno de los que más nos deben sensibilizar es el de la impotencia que se palpa desde las palabras “es que no pasa nada”.
No pasa nada cuando encuentran a una mujer muerta, no pasa nada cuando solo se menciona el nombre de una en vez del de cinco que no lograron viralizarse, pero que nos hace preguntarnos ¿cuántas más se encuentran diario de las que no se sabe ni el nombre? ¿Cuántas más no se encuentran?
Conocemos casi diariamente de estos inauditos y lacerantes hechos en medios de comunicación y observamos diferentes muestras de solidaridad a través de una de las formas en las que mejor podemos palpar el sentir social: las redes sociales.
Desgraciadamente en ellas podemos visualizar también cómo es que la violencia está arraigada en muchos de los comentarios. ¿Por qué las amigas la dejaron sola? ¿Por qué los padres la dejaron salir? Preguntas sumadas a comentarios que se repiten en tantas publicaciones de este tipo como lo son críticas a su vestimenta, a su modo de vivir, a su tipo de relación sentimental, entre muchas otras circunstancias que nada tienen que ver con el hecho de que nadie tiene derecho a quitarnos la vida.
No somos ajenas a la realidad, sabemos que tenemos que cuidarnos entre nosotras. No caminar de noche solas o acompañadas, no salir a divertirnos, no utilizar transporte público, no beber bebidas alcohólicas, no utilizar cierto tipo de ropa, no hablar con personas que no conocemos, no confiar en nuestros amigos porque pueden propasarse, no ejercer nuestros derechos sexuales; en pocas palabras, ¡no vivir!
Aún así se escuchan voces que todavía dicen que ya estamos en escenarios de igualdad. Las mujeres tenemos que domar nuestra libertad para permanecer con vida, pues de lo contrario merecemos ser víctimas de algún delito que al denunciarlo y llegar a juicio habrá jueces que resuelvan con el precepto de que no usar los dientes para defenderse es sinónimo de consentimiento.
Es así, como los delitos cometidos por razones de género ocurren. No es porque no existan víctimas de esos delitos que sean hombres, es porque desde, inclusive, antes de que ocurriera el delito, ya se iniciaba a cuestionar a la mujer y no a la persona que cometió el delito.
Si, como lo señala el Artículo 1º de la Constitución Política, todas las personas somos iguales y tenemos los mismos derechos ¿por qué es que algunas si pueden salir de noche, beber bebidas alcohólicas, entablar conversaciones con personas desconocidas, etc.?
Es un escenario desigual en el que nos toca vivir a hombres y a mujeres. Cada acción a favor de la búsqueda de la igualdad de derechos y de oportunidades entre todas las personas, es una acción que impulsa el respeto a la existencia de más de un 51 por ciento de personas que radicamos en este país.
Simone de Beauvoir define al patriarcado así: “La palabra patriarcado no implica nada más (y nada menos) que el reconocimiento de que, por debajo de la pluralidad de sus vidas, de la diversidad y creatividad de cada mujer, hay una unidad que puede ser identificada y narrada de forma inteligible y clara, una línea de experiencias compartidas subyacente a cada vida particular que nos hace un poco más desiguales frente a los hombres”.
El patriarcado (y no los hombres) en este concepto tan amplio en el que cada acción que realizamos, por pequeña, como un comentario en redes sociales, o por grande que sea, como meter en el cajón una carpeta de investigación para que los familiares se cansen de buscar a una mujer y la tomen como asesinada, tiene un significado que trasciende en la libertad, en la integridad y desde luego en la vida de todas nosotras.
No normalicemos la desigualdad, no disculpemos a la persona agresora y no permitamos conductas que por ocasión pueden representar algo pequeño, pero que representan una bola de nieve que llegará a maximizarse al grado, incluso del feminicidio.
Ayer, la noticia de haber encontrado el cuerpo de una joven de Nuevo León fue enfocada por los reflectores, pero cuantas veces no ha sido ese el terrible caso que ocurre en nuestra frontera. Sino nos convencemos, sino actuamos con el objetivo de que la sociedad y el Estado patriarcal sea modificado desde su núcleo, desgraciadamente, los encabezados no cambiaran y seguiremos perdiendo amigas, hermanas, madres, pero sobre todo personas que tienen derecho a vivir.